miércoles, 28 de septiembre de 2011

(continuara IV)

Cielos limpios. Cielos de eternidad sobre la imaginación de cada noche. Alturas exploradas en cornisas imaginarias.
La nulidad de pensamientos hacer mirar a través de una ventana y barajar las palabras exactas para continuar.
¿Hasta qué punto uno se puede involucrar en escenarios donde el protagonismo pega directo en el estómago?
Las miradas danzaban en todas las direcciones en donde hubiese un hueco que fuera el salvavidas para detener  el aroma a pelea.
¿De dónde se conocían tanto y tan poco?
Desde la infancia de las rayuelas de tiza sobre el asfalto caliente. No, lo reconocería por sus movimientos. Pero se detuvo a pensar que en ningún momento ese cuerpo vacilo un movimiento, salvo la respiración.
Cielos apagados. Cielos de extrañezas agarradas en las vísceras. Bajar a profundidades perdidas y ese extraño que continuaba a su lado.
 -Si tanto me conoce, sabe que mi especialidad fue nunca esperar a nadie. Menos un desconocido- sonrio.
Sentados, sin mirarse, se medían en cada exhalación de ese aire limpio.
Alguien ajeno a ese recuadro observa, mide cada milímetro de las figuras y se hace palpar.


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