sábado, 4 de diciembre de 2010

Carta de una blanca palidez...

“Estas palabras  no van dirigidas a “la” que sorpresivamente apareció en mi vida días atrás. Son para Mora, la que siempre conocí, para mi amor. Fueron escritas para ella si aun vive en alguna parte. Aunque probablemente pereció en mi voraz interés por la radio o la música.
No creas que esto se trata de un último recurso para volver a tenerte. Son consciente de que nuestro amor se agoto, de que no podemos estar juntos.
Como dice una de mis tantas canciones favoritas, “el amor puede arreglar tu vida, pero también puede romperte el corazón”. Y así fue. Nuevamente el mío termino siendo atravesado por el agudo puñal de un amor que fríamente arremetió contra mi cuando menos lo esperaba.
La herida fue grande y comenzó a sangrar sentimientos, recuerdos que solo puedo canalizar escribiendo sobre este papel. No intento que de esto resulte un texto digno de Neruda, como sabes, poco tengo de poeta romántico. Más bien, es posible que se asemeje a un guion radial.
Una vez escribí que era dueño de una “cuasi-infalible” llave para abrir corazones. Sin embargo, con vos no necesite darle uso.
Apenas llegue a tu vida, sin quererlo, la invadí por completo y te me brindaste entera. Me sacaste de la oscura soledad en la cual me encontraba y lograste desempolvar mi pasión dormida. Abriste mi camino hacia la felicidad, tratando de enseñarme a amar.
Mas, por lo visto, esa asignatura me resulta la mas difícil en la carrera de mi existencia, ya que aprendí poco y nada.
Con vos me acostumbre a recibir todo a cambio del menor esfuerzo y eso me hizo creer que siempre serias mía, que mi encanto sobre vos jamás se desvanecería.
Yo era tu hombre (o proyecto de hombre) ideal, el que poseía los atributos de los cuales los otros carecían. El hombre extraño y solitario, que no atrapaba por su increíble belleza física sino por su temperamento, su forma de actuar, su dulzura interior. Todo esto lo se porque vos me lo contabas.
Ahora, me doy cuenta de que esos atractivos no son exclusivos de mi persona, es mas, creo que mi orgullo y frialdad hicieron que escaparan de mi aura y ya no están conmigo…y vos tampoco.
Todas las flores, todas las frases dulces, todos los poemas que planeaba regalarte, siempre quedaron encerrados en la bóveda de mis pensamientos. Pero claro,  a nadie le es posible escuchar lo que alguien piensa o leerlo y emocionarse o disfrutar de su perfume. Los pensamientos son etéreos. Es por eso que hoy solo estas allí, viviendo en mis pensamientos.
Desparramando tu ternura, tu sonrisa blanca y tu belleza exótica sobre los ojos tristes de mi ser. Pateando y jugando con los escombros entre las ruinas de mi alma.
Mi amor, mi corazón se va quedando sin vida – se va quedando sin vos –
Te recuerdo en cada objeto de esta bendita casa, en cada aroma y cada canción. Te recuerdo en cada momento del día y en todas las veredas que caminamos juntos.
Amor, en este momento, de vos solo me queda este dolor que cuando me abandone te llevara contigo para siempre, quizás sea lo mejor.
Yo voy a volver a ser el que fui – la blanca palidez –
Hasta siempre”

1 comentario:

  1. Gracias por dejar esta carta que se encuentra guardada, amarillo ya el papel,en mi caja preferida!

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