domingo, 15 de mayo de 2011

Mi carta, tu carta, la de ellas y un nosotros también.

Carta sin fecha – para poner fecha –
“La noche, supuestamente, fue mi elegida para arribar en tierra firme.
Entre corridas de caballos para llegar a tiempo al parto queriendo evitar que naciera en la calle.
Me olvidaba de saludarte destinatario y no por ser indiferente a  tu lectura callada para descubrirme porque sin la certeza de ser segunda o tercera estoy escribiéndote igual.
Contarme de mí es terminar contando de ti y tomaras estas hojas para cortarte con mi imagen ya invisible en tu corazón dolorido.
Ya sabes que naci de noche. ¿Coincidencia en ese detalle con alguien más?
Ultima entrega de una noche apurada por un cambio de estación.
Descubrirme es saber que ellas se están mirando en el espejo desde niñas y jugando con los caprichosos cambios del paso de la edad.
¿Qué edad tendré para ti cuando repose en tus brazos?
Una por una leerás estas hojas cansadas para poder verme alguna vez.
Luego de mi nacimiento todo el resto lo conoces.
Conoces el rompecabezas de mi esencia de niña, adolescente y la mujer que esta mirándote ahora.
Si eligiera llorar, lo haría por ti, pero no puedo hacerlo porque la tibieza de tu boca sostiene mi sonrisa.
Llegaras a conocerme hasta los huesos porque la entrega fue sin resistencia.
Demonios batallaste con tus palabras. Ensordeciéndome de sensualidad.
En estos momentos, cada vez que puedo escribirte, ellas duermen.
Una lo hace tranquila en el vientre y la otra dormita en impacientes ideas.
Con ellas he visto muchos cielos – con una de ellas ingrese al cielo de su primer amor y fui amada –
Distintas ubicaciones de la Cruz del Sur que ahora posa en medio de pechos que amamantaron  con sangre.
Me dieron muchas ventanas donde miraron en silenciosas lunas el cambio de cada semana.
Una me dio el principio en meros detalles de felicidad pisando moras calientes y la otra me dio un fin – El Fin – barrancoso de la promesa de un amor eterno.
La lluvia de cada lugar era de la temperatura del aire que entrara por los poros de la piel de cada una de ellas.
Supe del amor incondicional de un padre callado por el dolor. Sentada al lado de una de ellas y a la derecha de él.
Escuche de la ira de palabras ahogadas de una infelicidad de un par de puños sobre preguntas indefensas de la otra.
¿Sera el primer miedo encapsulado en mi vientre?
Es muy temprano para responderte esa pregunta y es premonitoria la muerte de una de ellas si susurro la respuesta a tus ojos.
Cuando el tiempo se detiene adonde se tendrá miedo de avanzar. Fue la primera pregunta que me hizo.
¿Cómo encastrar tres mujeres en sentimientos?
La alegría de saber y tener la compasión de amar lo imperfecto hace que dos mujeres sean una.
Lo volátil de los sentimientos tienen el poder de encerrar personajes multifacéticos y enfrentarlos en la diversidad de los sueños.
Querer a esas tres mujeres hacen lo imposible poner el fin a una de ellas.
Hablaran, todo comienzo es con palabras.

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